Enano:Durante largos siglos tres clanes enanos (los Barbabronce, los Martillo Salvaje y los Hierro Negro) vivieron juntos en Forjaz bajo el sabio reinado del gran rey Modimus Yunquemar. Cuando Modimus murió de viejo, las tensiones entre los clanes surgieron y se inició una guerra por el control de la ciudad. Así comenzó la guerra de los Tres Martillos, un brutal conflicto que duró varios años. En esa época el clan Barbabronce obtuvo el control en solitario de Forjaz y expulsó a sus rivales. La guerra interrumpió las relaciones entre los clanes que forjaron nuevos destinos separados unos de otros.
Cuando la Horda de los orcos invadió Azeroth, los enanos de Forjaz se ofrecieron a unirse a la gran Alianza. Guiados por el rey Magni Barbabronce, los resistentes habitantes de la ciudad demostraron ser la médula espinal de las fuerzas de la Alianza, ayudando a conseguir una victoria tras otra contra los orcos. Desde entonces, los enanos de Forjaz han continuado siendo una valiosa parte de la Alianza.
Además de deleitarse ante la posibilidad de la batalla, hace tiempo que los enanos han mostrado interés por descubrir la verdad acerca de su encantado pasado. Debido a los esfuerzos de los arqueólogos enanos esparcidos por el mundo, se han descubierto muchas cosas acerca de los orígenes de la raza y la maldición de la carne que afectó a los terráneos. Pero todavía quedan muchos misterios y los enanos han continuado excavando los ancestrales emplazamientos de Azeroth en busca de respuestas.
Hace poco, un giro del destino ha llevado a los clanes rivales de vuelta a Forjaz tras haber pasado siglos separados…
Cuando extrañas catástrofes naturales comenzaron a golpear gran parte de Azeroth justo antes del Cataclismo, las tierras de los enanos no se libraron de los calamitosos trastornos. Una serie de violentos terremotos destrozaron los alrededores de Forjaz, reduciendo los asentamientos a escombros y llevándose la vida de muchos enanos inocentes en el proceso. Para obtener respuestas sobre el preocupante estado del mundo, el rey Magni se sometió de forma altruista a un ritual místico para entrar en comunión con la tierra. Pero la arcaica ceremonia tuvo un efecto inesperado; Magni se transformó en un diamante y se fusionó con las profundidades de la propia Forjaz.
En el vacío de poder resultante, su hija, Moira, que se había casado con un miembro del odiado clan Hierro Negro, reclamó brevemente el trono de Forjaz e instauró un bloqueo efectivo de la ciudad. Si no hubiera sido por la intervención del rey Varian Wrynn de Ventormenta y su hijo, el príncipe Anduin, sus descaradas acciones podrían haber desencadenado otra guerra civil. Siguiendo el consejo de Varian, el control de Forjaz se ha dividido de forma igual entre los clanes Barbabronce, Martillo Salvaje y Hierro Negro mediante el Consejo de los Tres Martillos. Pero, ya que el resentimiento y los prejuicios se enconan entre los clanes, la capacidad del Consejo para gobernar como uno solo permanece en duda.
Gnomos:Los gnomos, una raza de individuos diminutos, ha dejado su marca en Azeroth mediante la aplicación de la inteligencia colectiva y de la ambición, haciendo sombra incluso a sus colegas de mayor tamaño. Los gnomos son mecánicos, ingenieros y técnicos de renombre, valorados por su conocimiento de la faceta científica del mundo, y por su capacidad para transformar ese conocimiento en sorprendentes herramientas, vehículos, armaduras y armas.
Se conoce muy poco de la historia de los gnomos previa a la Segunda Guerra, ni siquiera los propios gnomos la conocen. La filosofía gnoma se centra principalmente en el pensamiento hacia el futuro y en los conceptos ingeniosos; nunca se ha detenido demasiado en la Historia o en los asuntos que no estén relacionados con la ciencia. Sin embargo, ciertos descubrimientos recientes han desvelado pruebas de la existencia de mecagnomos prehistóricos creados por los titanes para ayudar a dar forma a las tierras de Azeroth. Como muchas de las creaciones de los titanes, estos ayudantes sufrieron la maldición de la carne, y se convirtieron en lo que se conoce hoy en día como la raza gnoma.
Pero los gnomos no fueron reconocidos como una raza valiosa e importante hasta siglos más tarde, cuando los enanos los descubrieron. Los enanos quedaron impresionados ante el ingenio y la velocidad de sus “parientes” menores (ya que ellos también fueron creados por los titanes y sufrieron la misma maldición); y ayudaron a los gnomos a construir una capital, Gnomeregan, a los pies de las colinas de Dun Morogh cerca de la propia capital de los enanos, Forjaz. Desde su asombrosa ciudad tecnológica, los gnomos proporcionaron un apoyo inestimable en el suministro de armas, vehículos y tropas energéticas a la Alianza formada por enanos, humanos y elfos nobles.
Pero sorprendentemente, tras la invasión de la Legión Ardiente, los gnomos se negaron a enviar ayuda a sus aliados. La Alianza no descubrió los motivos de la retirada de los gnomos hasta que la guerra ya había terminado. En la época de la Tercera Guerra, una antigua amenaza surgió de las entrañas de Azeroth para golpear en Gnomeregan. Como sabían que la prioridad de sus aliados era derrotar a la Legión Ardiente, los gnomos decidieron enfrentarse a ella solos. A pesar de que lucharon con valentía para salvar su amada ciudad, perdieron Gnomeregan.
La mayoría de las razas gnomas fueron erradicadas durante la caída de Gnomeregan; muchos aseguran que en aquellos días horrendos murieron hasta el 80 por ciento de los gnomos. Los pocos supervivientes que quedaron, huyeron a la vecina Forjaz. Allí fueron recuperando fuerzas discretamente, curándose de sus heridas y preparándose para retomar el control de su asolada ciudad.
Justo antes del cataclismo, el líder de los gnomos, el Manitas Mayor Gelbin Mekkatorque, lideró un ataque contra los invasores de Gnomeregan. Esta primera maniobra tuvo éxito, pero tendrá que derramarse mucha más sangre antes de conseguir la liberación completa de toda la tierra gnoma.
HumanoTras varios siglos de paz, sin embargo, las cada vez más prósperas e independientes ciudades de estado de Arathor se separaron en diferentes reinos: Gilneas al oeste; Alterac, Dalaran y Lordaeron al noroeste; Kul Tiras al suroeste y Ventormenta en el extremo sur. La propia Strom cambió su nombre al de Stromgarde y continuó siendo un reino poderoso.
Pero el desastre cayó sobre ellos cuando la Horda de los orcos hizo su aparición en Azeroth, Ventormenta quedó reducida a ruinas durante la Primer Guerra entre los orcos y los humanos. Los supervivientes de la ciudad, incluido el joven príncipe Varian Wrynn, huyeron a Lordaeron, donde los líderes de los siete reinos decidieron unirse una vez más en la Alianza de Lordaeron. Todos unidos consiguieron derrotar a la Horda durante la Segunda Guerra.
Sin embargo, las tensiones entre los reinos fueron creciendo debido a que los costes de la Alianza resultaron ser mucho más altos de lo esperado. Los líderes de Gilneas y Stromgarde que no deseaban pagar los impuestos, decidieron retirar a sus reinos de la Alianza. Además el desastre golpeó al reino de Lordaeron en forma de peste misteriosa que diezmó su población, miles de sus habitantes murieron y se convirtieron en siervos no-muertos del Rey Exánime. Incluso el príncipe de Lordaeron, Arthas Menethil, sucumbió a la manipulación del Rey Exánime, que le condujo a matar a su propio padre y a viajar a Rasganorte para unirse a su amo. Durante los cinco años siguientes el Rey Exánime permaneció en Rasganorte, conspirando y reuniendo sus ejércitos.
Pero la liberación de la peste de no-muertos no fue más que un mero preparativo para la invasión de la demoníaca Legión Ardiente, que llevaba mucho tiempo tratando de acabar con toda la vida de Azeroth. Cuando la Legión atacó, los humanos se unieron con otras razas para asegurar una costosa victoria durante la Tercera Guerra. Recientemente, miembros de la Horda y de la Alianza se han lanzado a diferentes campañas en Rasganorte, y sus esfuerzos se han visto reflejados en la aplastante derrota del Rey Exánime.
Desde la caída de Lordaeron, el reino de Ventormenta se ha convertido en el más resistente bastión para los humanos y en la fuerza más poderosa en la actualmente multirracial Alianza. Liderado por el rey Varian Wrynn, el pueblo de Ventormenta se aferra sólidamente a los principios de honor y justicia mientras defiende sus asentamientos y a sus familias.
A pesar de que la raza humana es una de las más jóvenes de Azeroth, se ha enfrentado a grandes desafíos con fortaleza y resistencia. Su capacidad para la adaptación y la recuperación los ha convertido en una fuerza vital en un mundo en constante cambio.
Elfo de noche.Sin embargo, la aparición de la Legión había cambiado para siempre la sociedad de los Elfos de la Noche. Los elfos de la noche habían decidido rechazar la práctica de la magia arcana porque su uso imprudente había atraído a la Legión a Azeroth. Cultivaron una existencia pacífica y naturalista en las laderas del Monte Hyjal bajo el liderazgo de Tyrande Susurravientos. Durante muchos largos años, Tyrande supervisó el gobierno de los elfos de la noche, siempre atenta a posibles señales de otras incursiones demoníacas. Gran parte de este tiempo lo pasó separada de su amado, Malfurion Tempestira, quien, junto con otros druidas, mantenía el equilibrio de la naturaleza desde el Sueño Esmeralda.
La tranquila existencia de los elfos de la noche se vio destruida de nuevo cuando la Legión Ardiente lanzó una nueva invasión sobre Azeroth. En el punto álgido de este conflicto, conocido como la Tercera Guerra, la Legión y su terrorífica Plaga no-muerta atacaron las tierras de los elfos de la noche. Tras despertar a Malfurion y sus druidas de su letargo en el Sueño, Tyrande reunió a los demás elfos de la noche y lucharon junto a la Horda y la Alianza para derrotar al señor demoníaco Archimonde y a sus esbirros en la cima del Monte Hyjal.
Aunque resultaron vencedores, los elfos de la noche sufrieron mucho en la batalla. Su amado Árbol del Mundo, Nordrassil, creado y bendecido por los Dragones Aspectos Alexstrasza, Ysera, y Nozdormu para otorgar a los elfos de la noche la inmortalidad, había desprendido una enorme explosión de energía para matar a Archimonde. Para facilitar la colosal explosión, los elfos de la noche habían decidido sacrificar para siempre su protección contra el envejecimiento, la enfermedad y la fragilidad.
Con el tiempo, Nordrassil poco a poco comenzó a sanar sus heridas, pero un grupo de druidas guiados por Fandral Corzocelada deseaban crear otro Árbol del Mundo que restaurara la inmortalidad de los elfos de la noche. Malfurion se posicionó en contra de este acto de interés propio cuando, de pronto, cayó en coma. Con su espíritu perdido en el Sueño, Fandral continuó con sus planes sin oposición alguna. El segundo Árbol del Mundo, Teldrassil, se plantó en la costa norte de Kalimdor y, con el tiempo, creció hasta la altura de las nubes.
A diferencia de Nordrassil, este nuevo Árbol del Mundo no estaba bendecido por los Dragones Aspectos y, por tanto, no restauró la inmortalidad de los elfos de la noche. Más bien, Teldrassil resultó contaminado por la Pesadilla Esmeralda, una enfermedad oscura que había echado raíces en el Sueño. Además, descubrieron que la terrible enfermedad de Malfurion había sido causada por esta sombría fuerza. Cuando por fin se despertó de su comatoso estado, Malfurion se dispuso a eliminar la corrupción de Teldrassil y dirigió las operaciones para contener la siniestra Pesadilla.
Estos trascendentales momentos han elevado el ánimo de toda la sociedad de los elfos de la noche. A pesar de ello, esta valiente raza ahora se enfrenta a muchos retos nuevos. Los recientes ataques de la Horda han asediado tierras de los elfos de la noche en Vallefresno, mientras que zonas en la costa oeste de Kalimdor han sido diezmadas por la catastrófica agitación desatada antes del Cataclismo. Todavía intentando asumir la pérdida de su inmortalidad, los elfos de la noche deben prepararse para enfrentarse a cualquier amenaza mientras Azeroth se destruye desde el interior.
Razas Horda.
GoblinMediante la creación en secreto de poderosos artefactos de ingeniería y alquimia, los goblin se libraron pronto de sus opresores y reclamaron Kezan como su patria. Las minas que fueron un día la prisión de los goblin, su campo de esclavos, y la base de su rebelión se han transformado ahora en la ciudad de Minahonda. Minahonda, que atraviesa el corazón de la isla con una red mareante de túneles, cámaras y tubos de lava, representa la mente compleja e impredecible de los goblin. Allí fue donde construyeron la base de un imperio y los elementos naturales de la maña (algunos lo llamarían duplicidad) inherentes a la raza se desarrollaron hasta el extremo. Los inventos de los goblin les ayudarían a dominar el mundo (o al menos a poseer una tasa rentable de él).
Por desgracia para los goblin, los efectos de la kaja’mita comenzaron a remitir y su inteligencia comenzó a menguar. Aún peor, la propia mena se volvió más dura y más difícil de encontrar. Los suministros escaseaban y la desesperación crecía. Los antes brillantes inventos de los goblin se volvieron caóticos e improvisados (una apariencia que se ha vuelto sinónima del término “de fabricación goblin”) y los estafadores nativos de Kezan se dieron cuenta pronto de que necesitarían buscar otra forma de satisfacer su avaricia.
La maña que conservaban los goblin, unida a su intacta codicia natural, pronto llevaron a la raza a la preeminencia como maestros del mercantilismo. Destacados príncipes mercantes llegaron al poder durante la Primera Guerra, gracias a que los goblin más listos sacaron provecho del conflicto. Se amasaron grandes fortunas, y la Isla de Kezan se transformó en el centro neurálgico para las flotas de las naves mercantes de los goblin. Uno de los príncipes mercantes más ambiciosos acordó prestar sus servicios a la Horda en la Segunda Guerra. Tras la derrota de la Horda, los goblin aprendieron del ejemplo fallido de ese príncipe mercante y se dieron cuenta de que podrían duplicar sus beneficios si no se cerrasen a una relación restrictiva. Al final de la Tercera Guerra, los goblin proporcionaban armas, vehículos y servicios enrevesados tanto a la Horda como a la Alianza. Sin embargo, las vacas gordas no durarían para siempre…
Recientemente, el Cártel Pantoque (la facción goblin con base en Kezan) ha encontrado un nuevo enemigo en la Alianza. Encuentros inesperados y no beneficiosos con el brazo secreto IV:7 de las fuerzas del rey Varian han hecho que el príncipe mercante Gallywix abandone su cómoda neutralidad. Los goblin del Cártel Pantoque, mediante pactos con los en su día aliados de sus colegas, han sido recibidos en la Horda con los brazos abiertos.
Elfo de sangre.Sin embargo, durante la Tercera Guerra los elfos nobles fueron casi erradicados de Azeroth. Guiado por el caballero de la Muerte Arthas, el ejército de la Plaga atacó Quel’Thalas, asesinando casi al noventa por ciento de la población del reino. Entonces Arthas utilizó la mística Fuente del Sol para resucitar al nigromante caído Kel’Thuzad, mancillando la Fuente de forma irreversible en el proceso.
Temeroso de que la contaminada Fuente pudiera acabar con su cada vez más escasa raza, el príncipe Kael’thas Caminante del Sol reunió a un grupo de defensores de Quel’Thalas y destruyó la Fuente para impedir la catástrofe. Aunque los elfos nobles se libraron de la exposición continuada a las oscuras energías de La Fuente del Sol, sufrieron terriblemente su ausencia desde el retiro. Como consecuencia de ello, Kael’thas buscó desesperadamente formas de ayudar a su gente —a quienes había cambiado el nombre por elfos de sangre—y por eso se dirigió al destrozado mundo de Terrallende. Allí se alió con el demonio renegado Illidan Tempestira con la esperanza de encontrar una cura para el insoportable retiro de los elfos de sangre.
Kael’thas había asegurado a su pueblo que un día regresaría a Quel’Thalas y los guiaría hacia el paraíso, pero el tiempo demostró que sus promesas no eran más que mentiras. En Terrallende, el Príncipe se corrompió al confiar en la energía vil, la esencia oscura y corruptora controlada por la propia Legión Ardiente. Lo que Illidan no sabía era que Kael’thas también cayó bajo el control del comandante de la Legión, Kil’jaeden.
Bajo las órdenes de su nuevo maestro, el díscolo príncipe regresó a Azeroth y se apoderó de La Fuente del Sol con la esperanza de poder usarla como medio para introducir a Kil’jaeden en el mundo. Finalmente, Kael’thas fue asesinado antes de que su imprudencia pudiera llevar la desgracia a Azeroth. Tras la derrota de Kil’jaeden, el profeta Velen purificó La Fuente del Sol con el corazón imbuido por la Luz de un naaru caído, transformando el manantial en una fuente de energía sagrada y arcana.
Inspirados por el renacimiento de La Fuente del Sol, los elfos de sangre han entrado en una nueva era brillante de la historia de su antigua raza. Aunque algunos elfos aún dudan a la hora de abandonar su dependencia de la magia arcana, otros han abrazado el cambio hacia el mejoramietno de Quel’Thalas. Pero solo el tiempo dirá si los elfos de sangre pueden evitar repetir los trágicos errores de su pasado.